lunes, 9 de febrero de 2009

Voyeur




"I push my fingers into my eyes, is the only thing that slowly stops the ache"
Duality - Slipknot



Estoy harto de que la gente no valore sus ojos… No se dan cuenta si quiera que los tienen puestos, ¡no miden su importancia! No miden cuanto les pueden dar, cuanta belleza pueden admirar. ¡No! Ellos no saben lo que yo sé, no ven lo que yo veo en las cosas, incluso en ellos mismos.

Me gustaría sacar un par de cerchas del armario, ponerlas juntas y sacarles los ojos, hacer que la punta metálica penetre lento, se deslice despacio en los humores del ojo, ver como pierden su vida y al final retorcerla con fuerza, recargándome más para sacárselos de un tirón… uno por uno, como tapones; ver que les sangren intensa y fugazmente, que incluso me salpiquen con su gesto de horror, que padezcan, que se den cuenta que lo que tenían es valioso. ¡Sí! Hacer varios pinchos con ellos para poder ver si así logran apreciarlos. Son tan patéticos ¡no se dan cuenta! No miran que las cosas son de utilidad, que tienen esencia, valor; les despojan de su sentido, de su totalidad…

Aunque, en este mundo; ya hecho trizas y bastante desgastado, descolorido e insípido; no queda mucho que ver realmente… ¡Siempre lo mismo! ya no hay novedad… Donde han quedado todas esas nuevas miradas al día o las faldas levantadas por el viento que dejan en las mujeres un hermoso gesto de confusión y bochorno, donde han quedado las risas honestas y el gesto extasiado. Solía ser un deleite estar postrado en cualquier rincón y quedarse ahí con los ojos bien abiertos, admirar el pasar de la gente, ese mar de gente… Ahora todo es imitación, repetición artificial y hueca ¿Dónde ha quedado la hermosura y el deleite de observar a la gente?

Y aún de noche, repasando mis pisadas dadas en el día, le doy vueltas al asunto. ¿Dónde está el amor de hacer las cosas? como extraño su presencia… Antes era divertido observar como la gente corría de un lado para otro, pensando en lo que fuera, en lo que harían, en sus problemas; absortos en ellos mismos, mientras sus gestos los delataban, pero ahora ya todos son autómatas, caras grises, sin inflexiones, sin gracia. ¿Dónde quedaron las gamas de las emociones? ¿Dónde está la diversión, el gusto de observarles?

Camino y veo alrededor entre las ventanas y las puertas abiertas. Mis zapatos, opacos por el polvo del camino que recorro (camino que ya nadie utiliza), resultan más interesantes que ver a esas cosas mecánicas, ajenas a mí, que me resigno en llamarlas personas… Qué pasaría si me aisló de verdad, y recreo imágenes para mí, en un mundo perfecto; olvidarme de todos, crear y ver lo que me alimenta. ¡Sí! ¡Ahora! ¡Aquí mismo!

Siento como mis dedos penetran en mis cuencas, empujando mis globos, el dolor es fuerte, intenso; pero la calidez me inunda, la sangre que brota me baña el rostro y me cubre el pecho; me deleita imaginar mi mueca retorcida entre dolor y gozo, se que la gente que pasa ahora me mira con espanto, si es que acaso me saben mirar. ¡Pobres e incipientes! No se percatan de lo alentador que les puede ser la presencia de mi muerte, desconocen del espectacular ejemplo que les doy… Prefiero sacarme los ojos a seguir viendo la ruina del mundo…

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