viernes, 3 de julio de 2009

Ergo...



Pienso, pienso, pienso, pienso, me pierdo y pienso y me vuelvo a perder…
Las noches se vuelven más largas y la gente solo me da la impresión de que me hace perder el tiempo. El alcohol no es suficiente y los cigarrillos se acumulan constantemente en el cenicero.


Diariamente camino sobre un redondel, mismo que me asfixia. Busco no se qué, pero solo sé que busco algo que necesito, no sé qué, pero lo necesito. Caminatas largas apaciguan ese revolcarme constantemente ante una idea que no llega clara, que parece un fantasma.


Los espejismos se vuelven indelebles ante mis ojos cansados y secos por el desierto de asfalto, las figuras semitransparentes flotan con desfachatez no importando la dirección a donde mire, y solo pienso… no se que pienso. Miro mis manos y me doy cuenta que soy un cuerpo opaco, transparente, casi inexistente, que merodea y hurga en su propia realidad para no encontrarse... Esa idea, esa maldita idea que no deja de llegar y tampoco llega concisa, se convierte en un ansia extraña, en una preocupación, como la mayoría ABSURDA y ridícula.


Entonces... me decidiré, esta vez no será una caminata, correré cerrando los ojos hasta el final de esa línea ¿Hasta dónde llegará? ¿Cuál será su límite? no importa. Dejare que el aire choque contra mi cuerpo para al fin sentir algo real, tomare vuelo, no me detendré aunque el miedo merodee inmisericorde por todo el cuerpo; mis piernas no pararan yo tampoco lo hare. Tomare vuelo, no hay nada que me detenga, iré más de prisa y entonces… el vértigo me amputara los sentidos y todo se detendrá mientras yo aun sigo escapando de la circunferencia en el que todos estamos inmersos.

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