viernes, 9 de enero de 2009

Relato de un Dialogo


Y a pesar de estar acostado aquí a mi lado después de haber satisfecho esa larga extrañeza, se que alguien ya está en tu espera, para llenar el vacío que he horadado. Te veo ahora, más claramente, y crees que jamás descubriré tu secreto… no me mientes, te mientes… no me engañas, te engañas; porque yo así lo quiero. Pensaba ella tranquilamente, mientras buscaba por la habitación su ropa y miraba, con una sonrisa cálida en el rostro, por el espejo el reflejo de aquel hombre que aun estaba en cama contemplándola con una sonrisa similar.

Él, no paraba de mirarla ponerse prenda por prenda de forma tan religiosa, tan ritual, en la que siempre lo acostumbraba, arreglándose el cabello de nuevo con mucho detalle, dispuesta a salir inmaculada de preocupación alguna o de vestigios del lugar. Y a pesar de la indiferencia que finges, se que al cruzar esa puerta la historia es distinta, me buscaras de una forma u otra cuando sientas que la espera ha sido demasiado larga, te conozco, solo necesito decir lo de siempre. En esta ocasión creo llevar la ventaja, aunque no lo confieses estas aquí porque me extrañas. Pensaba él mientras se paraba de la cama dispuesto a emprender la misma tarea en la que ella ya se había adelantado.

Ella decidió sentarse un rato en la orilla de la cama, miro su alrededor y se estiro un poco hacia la mesa, que estaba colocada estratégicamente debajo del espejo a manera de tocador, para alcanzar la cajetilla junto con su encendedor; irreflexivamente sacaba el cigarrillo y lo ponía entre sus labios mientras contemplaba aquel hombre que le causaba la misma curiosidad desde aquel primer día en que le conoció. Veía como confusamente buscaba su ropa. No, ahí no está, busca debajo de la sabana, anda ahí, la otra calceta esta debajo del buro… ¡Vaya! diste con algo sin preguntar. Pensaba ella divertida, mientras veía como aquel masticaba entre dientes las cosas que buscaba.

Una vez que él creyó haber reunido todas sus ropas, ella estiraba el brazo del cual colgaba grácilmente en la palma de su mano la pieza faltante del rompecabezas, el cinturón que aun no había sido descubierto por el dueño, adornado con el humo del cigarrillo que había encendido hace unos instantes. Estaba cerca de mis pies, esperaba ver si lo hallabas por ti solo, pero como siempre ese es mi fallo, confiar en ti, en tus sentidos. Pensó, mientras aquel lo tomaba. ¡Ah! Gracias, por esa costumbre tuya que hace que me saques del paso, incluso con las pequeñeces, cosa que siempre extraño de ti, nunca te lo digo pero yo lo sé y me basta. Decía mentalmente mientras le acariciaba la mejilla, antes de colocarse el cinturón.

Tantos, han habido tantos y solo tú; números que jamás imagine enlistar y en pie siempre tú, existen tantos, tantas opciones, tantos pensamientos y permaneces intacto tú. Reflexionaba casualmente mientras veía como se ajustaba las agujetas de los zapatos, como si fuera un niño, escena que siempre le había encantado por ese movimiento lleno de ingenuidad que fluía de sus manos. Es tarde tienes que irte, debemos volver a nuestro habitual: nuestro beso en la mejilla y el yo te llamo. Y la necesidad de encender otro cigarrillo la saco de aquel ensimismamiento. Se me ha hecho tarde, es hora de irnos, pero siempre vale la pena si estoy contigo. Se decía aquel mientras le tomaba de la mano y caminaban por el largo pasillo antes de llegar a la puerta principal.

- Entonces…
- Yo te llamo.
- Mhm, cuídate.
- Tu también.

Dándose un beso en la mejilla para después deambular senderos opuestos, hasta el siguiente encuentro.




2 comentarios:

  1. Es tan parecido a mi realidad, solo que sin los cigarrillos.

    ResponderEliminar
  2. Cuántas palabras quedan aplastadas por los segundos, los minutos, las horas... cuántas frases que no llegamos a decir quedan olvidadas en un gesto, que se extiende al infinito y atraviesa todas las edades de la humanidad. Cuánto de nosotros se llevan otras personas cuando desconocemos cuál puede ser el último beso.
    Espero alcanzar a darte un abrazo, ahora que empiezas a recorrer caminos insospechados en tus textos.

    ResponderEliminar